un compromiso, ya asusta, impone un respeto. me he comprometido, conmigo mismo, no habrá más noches de naufragios. ya no existen los silencios, inútilmente alargados por mi incapacidad de relacionarme, por mis miedos.
tal vez hayan llegado unos ojos, tal vez sea el calor que siento en mi interior.
me siento en silencio, en la oscuridad del salón y me dedico a escuchar ruidos, a imaginar que una mano me acaricia la cabeza y la piel se pone de gallina al notar un tacto paseándose por mi pelo rapado, un cosquilleo se clava por la nuca.
y después nada... despierto y todo sigue oscuro, y siguen los ruidos magistralmente combinados, creando una melodía perfecta.
ya es tarde, y voy tropezándome hacia la cama. animal de costumbres, hasta que no me duermo en el sofá no emprendo el camino a mi habitación.
¡atención! : zombi caminando por el pasillo.