viernes, junio 16, 2006

bungalow siete

ya es bien de mañana, es extraño que el servicio de habitaciones no me haya traído el desayuno a la cama, ¿qué puede haber pasado?
tras diez minutos intentando volver a conectarme a la vida me incorporo, con una mezcla de indignación y preocupación.
levanto las persianas y mi paraíso tropical ha desaparecido, esto ya es el colmo. decido llamar a recepción para mostrar mi natural enfado, y marco el numero abreviado y del teléfono sale un ruido insoportable seguido de una voz grabada, el número que ha marcado no existe.
no hay derecho, intento pasar unos días relajados en la playa y de pronto todo desaparece. me pongo la camiseta del pijama, bajo a la calle y sólo me encuentro con gente artificial y superficial, que habla sobre cosas vacías.
me encuentro con un amigo y me pregunta que qué hago en pijama en la calle, yo le digo que yo estaba en el hotel de lujo con suelo de cristal en el que podía ver el mar y a los peces. él me gira y me dice, si, si venga vamos que te llevo a casa.
esto es inaceptable, me roban mis vacaciones, me toman por loco,... en cuanto hable con mi operador de viajes se va ha enterar.








“si no estoy contigo, ¿de qué me sirve estar vivo?, sé que es algo invisible que nunca ha estado bien visto. y ahora suenan las canciones que sé que salvaron mi vida, lástima que la tuya y la mía no sean la misma...
aunque lo niegue, en el fondo no hay nada que más deseé que hacer lo que me pidas, lo que me hacías cuando te dejaba hacer lo que querías.”