tal vez sea por el síntoma de embriaguez al que suelo subir habitualmente a los taxis, pero siempre acabo teniendo alguna conversación con el taxista. suelen ser conversaciones triviales en las que intento encenderlos... formas de conducir de los demás, las obras, los parquímetros o la doble fila... créeme, son temas que les encantan.
pero, otras veces, agudizo más. hubo una vez en la que con el taxista, si nos hubieran dejado, habríamos instaurado la tercera república. hoy, el camino pasó con una agradable charla sobre la suerte, el estar en el peor sitio en el peor momento.
esta conversación salió a raíz de ver a un tipo con, lo que parecía un navajazo, tumbado en el suelo de la puerta de toledo y un charco de sangre a su alrededor.
yo he tenido suerte, nunca me he visto en una situación tan límite como esta.