la guerra entre bandas está a punto de finalizar. la ciudad duerme atemorizada, el toque de queda deja desiertas las calles. los pandilleros salen de sus guaridas, ataviados con ridículos uniformes. van en busca de guerra, buscan a sus enemigos, quieren el poder absoluto de la ciudad.
la policía empezó a hacer la vista gorda hace tiempo, se dejaron atemorizar por grupos de niñatos adolescentes. la ciudad se empezó a limitar por zonas, había peleas continuamente, pequeñas reyertas que empezaban con jóvenes pavoneándose, gritos de “tu gente contra la mia”, navajazos, palizas,...
las bandas iban desapareciendo, algunas se unían entre ellas para formar una gran banda, otras fueron exterminadas por las más poderosas.
la guerra está a punto de finalizar, los niñatos han salido de caza esta noche para terminar con todo el enemigo que quede con vida. el jefe dirigió una animosa arenga a sus soldados, que salieron de caza con hambre de sangre por las calles de la ciudad.
esta noche la ciudad iba a ser definitivamente suya, esta era la noche, su rabia y su furia iban en aumento al no encontrar a ninguno de los miembros de bandas rivales por las calles.
empezaron a destrozar el mobiliario urbano, a sacar a la gente de sus casas, a apalearlos cuando nadie ofreció ningún tipo de resistencia. por las calles de la ciudad se empezaron a amontonar cadáveres, los edificios ardían, los que no morían huían de la ciudad.
amaneció por fin en la gran ciudad, la banda de los niñatos estaba exhausta tras una noche interminable.
ahora si, ahora la ciudad era totalmente suya. y ya no existía ninguna ciudad, igual que nunca existió ningún enemigo, porque nadie quería luchar, sólo ellos. el jefe de los niñatos se dio cuenta demasiado tarde, cuando escucho el eco en su cabeza de alguna risa que no existía, cuando vio el ridículo que había hecho, cuando su estupidez le hizo comprender que no había enemigo. y alcanzó a comprender, con toda su ignorancia, que él fue su mayor enemigo...