domingo, octubre 15, 2006

día catorce

siento algo extraño en mi cuerpo. estoy de pie, justo encima de la pirámide del sol, las ruinas de teotihuacan a mis pies. tal vez algo de misticismo me haya hinchado el alma, o tal vez sea la altura en la que estoy.
siento algo extraño dentro de mi cuerpo. imagino los espacios verdes de ahora llenos de agua, cruzando la ciudad canales y desde aquí observo el trajín de la gente. más allá veo la pirámide de la luna. a veces siento que, mientras camino, voy viajando en el tiempo.
hoy, la prioridad es beber pulque, y luego ir a la lucha libre.
probamos el pulque, puro, recién salido del maguey, el olor que desprende no invita a probarlo, el primer sabor que deja en la boca tampoco. luego deja cierto sabor en la boca que, una vez sometido a votación popular, decidimos que si nos gusta.
tras comer, vamos a d.f., ilusionados como tres niños pequeños por asistir a la lucha libre.
yo espero en la cola para entrar, ellos van a comprar entradas. en la cola un padre y su hijo se sorprenden que haya venido a ver a lucha, pero dicen que la de hoy es buena. el niño lleva una foto de místico, el héroe del momento en la lucha libre mexicana. el padre me habla del mítico santo.
“he vivido un momento en el que pensaba que estaba en un decorado de mad max, o de alguna película sobre el fin del mundo... rodeado de bullicio, policía deteniendo gente y gente corriendo...” el relato parece de un apocalipsis prematuro.
ya estamos dentro del méxico arena, un recinto viejo de hormigón, anclado en otra época. hay dos bandos, los técnicos, que son los buenos, y los rudos, que son los malos.
la primera pelea es entre mujeres, y ya empezamos a reírnos. la lucha libre es un negocio que sirve única y exclusivamente para vender cerveza. van padres con sus hijos, gente joven con mascaras y camisetas, la gente anima a los técnicos, algunos menos animamos a los rudos, que se sirven de artimañas para vencer.
la pelea final es un mascara contra mascara, quien pierda de los dos tendrá que desvelas su identidad.
no podría ser de otra forma y místico gana la pelea. black warrior desvela su identidad y sale corriendo del ring.
a la salida compramos mascaras de luchadores. intentamos salir por d.f., pero a estas alturas ya estamos demasiado cansados.
volvemos a toluca, yo, para variar, duermo durante todo el trayecto.