martes, junio 17, 2008

días cotizados

un día macius l. wallace se despertó. segundos antes, su despertador le había hecho saber que era la hora de levantarse, de empezar el nuevo día de una vida a la que había llegado a aborrecer casi tanto como se aborrecía a si mismo. permaneció un rato en la cama, mirando al techo, intentando evaluar las motivaciones que podrían hacer que se levantase de la cama. en cuestión de escasos minutos logró evaluarlas todas, y ninguna pasaba de un escaso y mísero uno en su puntuación.
se levantó de la cama por fin, se calzó las zapatillas de estar por casa y salió a la calle vestido con su pijama blanco con rayas verdes. llegó hasta la puerta de su trabajo y allí mismo se lanzó contra el tranvía que recién iniciaba su marcha.
al día siguiente los periódicos de tirada gratuita de la ciudad recogían con sorprendente detalle el suceso. contaban cómo iba vestido, la hora de los hechos, los metros que el tranvía arrastró el cuerpo de macius, y las palabras de los asombrados testigos.
aquel mismo día laura wallis se tiró desde el balcón de su casa, marcel klass se cortó las venas en la bañera de la casa de sus suegros, margarite fluchamp se suicido ingiriendo gran cantidad de tranquilizantes que sustrajo de la mesilla de su madre, y august denise decidió pegarse un tiro en la cabeza usando su arma reglamentaria de policía.
nadie pudo encontrar ningún nexo de unión entre los fallecidos, nadie se esforzó en indagar demasiado en las pobres vidas de los suicidas.
todas sus vidas eran normales, eran gente normal.