miércoles, noviembre 21, 2012

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las tardes de duermevela se apoderan de los días. muerte cerebral,  y sin embargo, las dudas toman el control de la mente y el cuerpo, empujándolo a una inercia para que continúe todas sus rutinas diarias. la cabeza arrastra los pies, los ojos no quieren ver, se pierden mirando la nada, los oídos no escuchan latir al corazón. las manos, en huelga, no sirven para nada, caen frágiles sobre el regazo. respiración lenta, a veces un extraño ruido acompaña la recogida de aire, como un pitido ronco que sale de la misma garganta.

encerrado en un antiguo sanatorio para tuberculosos, sentado al aire libre en una mecedora con una manta sobre las piernas.  

duermo, derrocado derrotismo.