ya sé por qué no vienes a verme, hay cámaras en mi casa y te da vergüenza, pero no es culpa mía no lo he pensado hasta hoy. sé que no vienes por qué me espían, no te preocupes, llevo todo el día buscándolas.
bueno, supongo que la gente, en general, conoce este asunto, y nadie viene a visitarme. cada vez que escucho un ruido doy un salto y espero verte aparecer por la puerta.
no hay llamadas en mi teléfono, seguro que lo tengo pinchado.
todo debe de estar preparado para cuando aparezcas por mi puerta, no importa cuanto tardes, estaré aquí. arreglaré la casa, cuando vengas limpiaré todo esto, bajaré a comprar comida, me lavaré y te prometo que no habrá más cámaras en la casa. podrás volver a andar desnuda por la casa, y que el sol de en tu piel blanca por las mañanas mientras estamos durmiendo...
¡silencio! ¿qué ha sido eso?
¿vuelves ya a casa?
no...
hikikomori: en japonés significa inhibición, reclusión, aislamiento y este es el nombre que se ha puesto al trastorno que padecen cerca de 1.200.000 chicos japoneses. estos adolescentes deciden encerrarse en su habitación o en una parte de su casa después de suspender un examen o tener un desengaño amoroso y lo que empieza por una chiquillada acaba convirtiéndose en años de reclusión voluntaria. la familia resignada no hace más que pasarle la comida sin poder mediar palabra con él. en una sociedad en la que tener un hijo con este trastorno es una vergüenza, donde si un menor deja de ir a la escuela nadie hace nada por él, donde este trastorno (que es descaradamente afectivo y psicológico) se atribuye toda la culpa a la familia y no se interviene de modo oficial para que el adolescente lleve una vida digna, lo más lógico parece que si un adolescente se encierra durante 5 años en su habitación nadie haga nada. (www.noticiasdot.com)