un puñado de rosas marchitas cayó al suelo de tu habitación, a la vez sientes tu extenso universo plegarse hasta desaparecer. las paredes blancas de tu cuerpo te duelen, mudas testigos de noches de invierno frías, de hechos sacados de una historia de amor casi de ciencia-ficción. ninguna de tus muchas lágrimas podrá devolverle la vida a esas rosas secas que ahora mueren en el parquet de tu cuarto.
siempre, en algún momento de nuestras insignificantes vidas, hemos pensado en ser otra persona, en estar en otras circunstancias. como en “amanece que no es poco”, todos hemos intentando cambiar de personaje.
recoge esas rosas que se cayeron porque será mejor guardarlas para el resto de tu vida.