al final, siempre queda la gran vía de noche, con todas sus luces encendidas, marcando el camino de vuelta a casa. me alejo de plaza de españa, como el primer día que me invitaste a ir a tu casa siempre que yo quisiera. no puedo evitar pensar en ti en la gran vía. voy despacio, fijándome en el tipo de gente que anda por ella a estas horas, un martes, para poder clasificarme en alguna especie de grupo. hay turista, jubilados, chinos, delincuentes que tratan disimular su apariencia,... y luego estoy yo.
un grupo de chinos fuma a la altura del metro de san bernardo, todo parece sacado de una película de artes marciales, la noche, el grupo de chinos de la mafia, las luces y uno que pasa por ahí en el peor momento. luego no pasa nada.
me quedo esperando en la salida de callao, a pesar de que ahora está cerrada, para ver si apareces, saliendo de la boca de metro, como otras muchas veces has hecho, hace tiempo, hace millones de años.
en el metro me acompañan prostutitas negras camino a la casa de campo, más chinos, obreros sudamericanos,... y luego estoy yo. como suele suceder, fuera de contexto.
se desprende un hierro de un andamio a mi paso, cae a mis pies, sigo andando. a menudo, me pongo a buscar excusas para seguir, tardo tanto tiempo que olvido el asunto importante. y así, van pasando los días, subiendo y bajando por la gran vía, marcándome el camino de vuelta a casa.