ayer estuve en tu casa, casi podría haberte alcanzado con mis manos. te mueves despacio por los pasillos, con una pereza mecánica. cierro los ojos y apoyas tu cabeza en mi hombro. tus dedos de metal recorren mi espalda.
desde aquí, cien millones de líneas, recorren el trayecto que hay entre tu y yo. te presto mi abrigo para que no tengas frío, ya me tengo que ir, las maletas esperan en mi casa.
soy el eterno qué podría haber sido y nunca llegó a ser.