no está la luna en el cielo, me intento replegar dentro de mi mismo para luchar contra el frío. ando y voy pensando en haikus que olvido una vez recitados. el alcohol hace que algunos parezcan buenos. un agua finísima cae en la ciudad, y se clava en mi cara cómo alfileres. me cruzo con viajeros del tiempo que arquean sus cejas para saludarme.
dicen que por la noche, algunos susurros se convierten en realidad y que otras veces pueden estar gritándote a la cara y sólo escuchas silencio.
trato de recoger mi cuerpo tembloroso de la noche fría de este último mes del año, me acuesto desnudo mirando al techo, encerrando los segundos en una habitación repleta de cajas de zapatos. los viajeros del tiempo me regalaron una máquina, y la tiro al suelo desde lo alto de la litera.
cierro los ojos antes de que el sol invada el espacio sin luna, escucha como pasan los segundos, algunos suspiran en mi oído y desaparecen.