puedo notar tu corazón latir contra mi pecho. en la habitación no se escucha otra cosa mas que tu corazón latiendo frenéticamente.
tus latidos se meten en mi cabeza, no salen de ella. ando y resuenan dentro de mis oídos.
suena su eco entro de mi caja torácica. tiembla mi cuerpo.
y yo creo que me mareo y me comienza a doler de nuevo la cabeza. Las luces brillan en mi retina, las aceras se curvan y me quedo ciego.
voy directo al duelo y creo escuchar tus latidos, pero son los míos… débiles, pausados, sin un ritmo definido.
según se va apagando nuestro corazón sólo permanecen los latidos de otros, los recuerdos de otros latidos amigos, a través de la piel. nuestros pobres latidos sólo tienen valor cuando otra persona es capaz de recordarlos contra su piel.