ando camino a casa, de noche, un chucho de pelo negro dobla una esquina, se queda quieto, mirándome. parece un lobo. sus ojos marrones siguen cada uno de mis movimientos.
doy un rápido vistazo a la calle, intentando encontrar al dueño. no veo nada.
sigo andando, el chucho me sigue, tres metros detrás de mi, sin mostrar ningún atisbo de desconfianza hacía mi, no puedo notar nada agresivo en él.
paro, le miro, espero que aparezca su dueño, continúo mi camino.
me paro, le miro, ¿qué haces?, ¿estás sólo? me mira, gira la cabeza, baja sus ojos. me mira de reojo.
ven aquí, puedes acompañarme andando más cerca. me mira vacilando, se pone a mi altura, andamos juntos.
no eres un tipo que hable mucho. me mira, ladra. si, en eso tienes razón, perdóname. mejor caminaremos sin hablar.
nos paramos en los pasos de cebra, él empieza a andar cuando el muñeco se pone en verde.
saco las llaves de casa. bueno, yo me quedo aquí, ha sido un placer. me mira con sus dos ojos marrones, me puedo ver en ellos. ¿a dónde vas ahora?. él mira calle abajo. si quieres te acompaño un rato más. me ladra, se da la vuelta y baja calle abajo. abro el portal de casa. sin duda alguna era un gran tipo.