vístete despacio. la noche vino a visitar al día y hace que cada movimiento se ralentiza. pasos cortos en el pasillo de la casa, arrastrando los pies. en la oscuridad movimientos lentos, ni uno más de los puramente imprescindibles, ni siquiera un detalle para la galería, no importa, nadie esta mirando.
si despegas los brazos del cuerpo hará más frío, caliéntate las manos pegándolas a la taza de café.
el espejo retiene el cuerpo y secuestra los segundos que caen, inertes, del reloj como las hojas de un árbol.
si no sabes querer no me dañes, estúpido tiempo. cuando el viento golpea las persianas de las ventanas concentro la mirada en un punto cualquiera de la habitación y me voy. luego siempre acabo regresando al hogar, el hijo prodigo, y continúan los segundos despegándose poco a poco hasta sumar años.
¿qué es lo que siempre sale mal? hace tiempo que ya dejé de pensar que era yo.
me abrigo, la puerta de casa se cierra a mis espaldas, el príncipe myshkin sale de nuevo al mundo.