¡vengan! ¡vengan! ¡hay güeros! ¡hay güeros!
lo gritan los niños mientras iago está en la cabina llamando y frijolito se descojona en medio de la calle. estamos en san blas, en tan sólo unos minutos los mosquitos empezarán a devorarnos, en el cuartucho de este hotel, en el que casi no cabemos los tres.